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Marta Muñoz

Directora de Análisis y Operaciones, IDC España

La fuerza de trabajo está cambiando. De acuerdo a los últimos datos de IDC, la fuerza de trabajo móvil en España alcanzará los 8.7 Millones de trabajadores en 2016, con un crecimiento estimado de hasta 14 Millones en 2020. Este dato implica que el porcentaje de trabajadores móviles llegará a alcanzar más de un 70% del total de la fuerza de trabajo del país en el 2020. Por poner este dato en perspectiva, en 2013, tan solo un 13% de las más de 300 empresas encuestadas por IDC admitía tener disponible y en funcionamiento soluciones de trabajo flexible y en remoto.

De acuerdo a la encuesta sobre Movilidad realizada en 2016 por IDC, la empresa española encabeza, junto con Suecia, la lista de países con mayor número de trabajadores móviles, con un 40% de los encuestados. La expectativa de las empresas encuestadas es que este porcentaje aumente en los próximos 12 meses a un 45%. El grueso de este componente lo forman en la actualidad en España trabajadores de oficina (profesionales, etc.) y trabajadores de campo (field services) o comerciales.

Entre los principales motores que están contribuyendo a este crecimiento se encuentran:

  • La amplia base instalada de dispositivos móviles, facilitada entre otras cosas por la bajada de precios de dispositivos de gama empresarial. De acuerdo a los últimos datos de IDC, el crecimiento en España de dispositivos móviles (phablets, smarthphones y teléfonos móviles tradicionales) entre el 2014 y el 2015 fue de 3,2%, alcanzando más de 4 Millones de unidades.
  • La consumerización de IT, entendida como la tendencia creciente del usuario a utilizar soluciones de tecnología en su entorno corporativo a las que está acostumbrado en un entorno personal, lo que facilita el uso con éxito y la adopción de dichas soluciones y herramientas tecnológicas.
  • La mejora en la disponibilidad de conectividad móvil, impulsada por las inversiones de los distintos proveedores de telecomunicaciones en sus redes de 4G en los últimos años.
  • Una mayor oferta de herramientas y software tecnológico que hace posible la realidad de un trabajo en remoto, tales como las herramientas de colaboración, compartición de documentos, soluciones en entornos de nube, etc.
  • Por último, un factor importante a tener en cuenta como acelerador del proceso de crecimiento de la fuerza móvil ha sido la necesidad de la empresa actual de adaptarse a una demanda cada vez más exigente e impaciente, de ofrecer una respuesta cuasi-inmediata a un cliente cada vez más acostumbrado a una respuesta en tiempo real. Esta necesidad de respuesta en cualquier momento y en cualquier lugar, requiere de una fuerza de trabajo capaz de acceder a información, datos, soluciones y productos en remoto y de forma segura.

Los estudios de IDC indican que el crecimiento de la fuerza de trabajo móvil en España sobrepasa ya al crecimiento de la fuerza de trabajo en su conjunto. Esto implica una serie de retos para aquellas empresas que en la actualidad se estén planteando políticas de trabajo en remoto.

Y sin embargo, la existencia de un trabajo en remoto no es equiparable a la existencia de una estrategia de movilidad sólida. Entre los retos principales a los que aún se enfrenta la empresa española con respecto a la generalización de las políticas de movilidad, se encuentran, entre otros:

  1. La imperante necesidad de un control de costes, con las consecuentes limitaciones presupuestarias, suponiendo un freno al desarrollo e implementación de soluciones de movilidad.
  2. La reticencia, aún, de un porcentaje considerable de los equipos directivos a permitir la movilidad de su fuerza de trabajo, bien por falta de confianza o por falta de convencimiento y visibilidad de la existencia de un Retorno de la Inversión (RoI) claro y asociado a dichas políticas. La necesidad de que los equipos Directivos y de Recursos Humanos apoyen una política de movilidad y trabajo en remoto es clave para el éxito de la solución.
  3. El alto porcentaje de Pequeñas y Medianas empresas, así como de empresas familiares, en muchos casos con presupuesto limitados y que, o bien desconocen la existencia de las herramientas y soluciones a su alcance, o bien no disponen de los recursos internos necesarios para gestionar una estrategia de movilidad.
  4. Como consecuencia, una parte importante del tejido empresarial español aún está en un estado medio de madurez con respecto a la evolución de sus políticas de movilidad, más allá de la implantación de iniciativas de Bring Your Own Device (BYOD) o distribución de dispositivos móviles entre la fuerza de trabajo.
  5. La perpetuación en una gran parte de empresas de la mentalidad de trabajo por horas en lugar de por objetivos (en aquellos casos en los que sea posible) y la falta de objetivos claros en muchos casos que permitan tanto al empleador como al trabajador, adaptarse a un modelo de trabajo flexible.
  6. Por último, la falta de unos indicadores claros y concisos que permitan medir el éxito de las políticas de movilidad desde su fase inicial de implantación, hace difícil que tanto los proveedores de soluciones de movilidad como los equipos directivos y de RRHH involucrados en dichos proyectos puedan probar con claridad los resultados y el RoI alcanzado.

En cualquier caso, una política sólida de movilidad debe incluir aspectos como una seguridad a 360º; la formación de los empleados en las distintas soluciones y herramientas de forma continua; la disponibilidad para el empleado de las herramientas, dispositivos y conectividad necesarios para llevar a cabo sus funciones en remoto; la incorporación del concepto de movilidad en toda la cadena de valor, desde la creación de productos y servicios hasta el canal – empleados, cliente y proveedores – y la necesidad de unos KPIs claros que puedan permitir discernir al equipo directivo los resultados de dicha política y establecer un RoI inequívoco.

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